lunes, 26 de enero de 2009

anticarta #111222989


Acabo de leer un cuento de Erich Kästner titulado el cuento de la suerte.
Trata de un anciano que a diferencia del resto de la gente del bar donde se encuentra, ofrece aspecto de ser muy feliz. Algunas personas del bar le preguntan, cómo es que se ve tan feliz y el responde: soy un caso excepcional, soy el hombre que no pidió el deseo que le quedaba...
Y es que un buen día se le aparece una especie de mago y le dice que pida tres deseos.
El anciano muy enojado le dice: Vete al diablo!!!
y al momento desaparece el Mago
de manera que utiliza después su segundo deseo:
pidiendo que volviera el Mago
Como es natural,le preguntan que para qué utlizó su último deseo el anciano se para y dice: No he tocado el último deseo durante cuarenta años. A veces he estado a punto de hacerlo. Pero no. Los deseos sólo son buenos mientras no los alcanzas.


post data:
el de la foto
es Rolando Toro
el creador de la bio-danza
ajua

1 comentario:

Unknown dijo...

Exacto!!!, como lo sublime, que no lo tocas para no corromperlo. Hay veces que uno pide mucho de la vida, otras pides demasiado poco, por ejemplo, que alguien preserve incorrumptiblemente su imagen sublime. Y sin embargo, eso tampoco puede lograrse. Un deseo sublime es como las mejores historias: las que nunca se viven.