domingo, 9 de agosto de 2009

ANTICARTA #452


Canto de la imaginaria ventana abierta

No cantaré a la casa en que nací
ni al arroyo que no existió en mi infancia.
No quiero ser el poeta menor de la infancia y las inexistentes alegrías perdidas
ni quiero llorar los primeros amores, que solo fueron los mejores porque no tenía ninguna experiencia de amar.
Cantaré, en cambio, a la imaginaria ventana abierta
donde ella asomaba para decirme adiós cuando yo no pasaba,
cantaré a los campos que no vi y que estaban cubiertos de rocío en el momento en que los imaginé,
cantaré a la vida que se despliega ante mí, las ciudades de concreto y de claras calles que la noche cubre con su misterio dulcemente medieval.
Cantaré a los hombres que trabajan, sueñan y desesperan, avanzando afanosos hacia la muerte anónima y hacia el domingo,
cantaré a todo, apenas como un cantor que necesita la soledad para poder comunicarse con la vida,
cantaré a los ríos, los océanos, las estrellas que realmente existen, las bahías, los estrechos, las tempestades, las noches en que la lluvia cae sobre la antigua tierra,
cantaré a los momentos en que me detengo ante las cosas y me siento impávido,
cantaré a la alegría y la tristeza y la desolación de las almas,
cantaré al esplendor de la poesía sin que me arda algún leve dolor romántico en el corazón y si ese dolor surgiera lo escupiría y me sentiría joven y fuerte,
cantaré a las olas, desnudas princesas de plata del océano,
cantaré a todo lo convulso, para que todo sea apenas un instante tembloroso,
cantaré al mar, los viajes, el momento en que otro hombre diferente y que me ignora siente lo que siento sin sentirme dentro de él.
Si vieran un mundo nuevo no lo llamen aurora. La aurora nace todos los días. Llámenlo un mundo nuevo y que sea en realidad nuevo.
Yo continuaré cantando todo lo que es el aire que respiro, el paseo en barca con mi
amiga, el camino de una isla que es apenas una isla hecha de tierra y de playa, sin refugio alguno, pero con algún sosiego.
Cantaré, cantaré a todo, pero que me den libertad para cantar, sin que me escojan los nombres de las ciudades y de los ríos, sin que me indiquen los temas.
Oh, soy solo un poeta que no quiere cantar a las cosas de la decrepitud, sino al tiempo en que había rosas esperando por el fulgor en los ojos.
Cantaré a los pájaros en el aire, los peces en el mar, los asuntos de mi tiempo y los otros asuntos, aquellos que guardo y son palabras abriéndose, campanas batiendo en un amanecer de palabras.
Y volveré a cantar a la imaginaria ventana abierta, inspirada por la ausencia de mi amada que no podía decirme adiós en la noche,
y después moriré, pero que no me amen de más, ni me desprecien de más, pero que
recuerden mi nombre y me busquen en los versos tal y como soy, inseparable de los
otros, rebelde, inconsecuente, confuso y lírico.
No me pregunten nunca por la casa de mi infancia ni por el amor de juventud.
Oh, no me pregunten nada, escúchenme si quieren y miren a la imaginaria ventana abierta.
Ella no existe. Vean lo que no existe. ¡Créanlo y serán poetas!


LEDO IVO

No hay comentarios: