martes, 19 de agosto de 2008

ANTICARTA #4


Mi abuelo había cruzado el lago de Ginebra con Henri Bergson. Estaba loco de alegría-decía, no tenía bastantes ojos para contemplar las crestas resplandecientes, para seguir los reflejos del agua. Pero Bergson, sentado en una maleta, no dejó de mirar sus pies. [1]
[1] Vattimo, Gianni. Filosofía y poesía: dos aproximaciones a la verdad. Gedisa, España, 1999. P.9

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